¿QUIEN MANDA EN EL MATRIMONIO?

06.03.2011 18:49

 Por: Alfredo Ruíz,psicólogo clínico

Redacción: Revista YA

Supongamos que Ana y Juan son esposos y que ambos trabajan. Si su hijo sufre una herida, haciendo gimnasia en el colegio, ¿cuál de los dos cónyuges debe acompañar al niño a la Posta?

Y si a ella le ofrecen un trabajo conveniente en otra ciudad, pero él debe terminar un curso de post-grado, ¿se trasladan o se quedan?

Estas son algunas de las decisiones importantes que las parejas deben enfrentar juntas. Pero también hay decenas de pequeñas opciones: Si uno de los dos tiene sueño y el otro está interesadísima viendo una película, ¿se apaga o no el televisor?

Algunas situaciones se resuelven con la suavidad de una máquina bien aceitada. Otras, en cambio, provocan serios conflictos, especialmente cuando cada una de las partes trata de obtener la mayor ganancia personal, y cuando la pareja no tiene reglas claras para resolver los problemas.

Algunos sicólogos creen que cada familia debe tener reglas muy definidas para distribuir sus recursos, desde el dinero hasta el espacio físico personal.

De hecho, todas las parejas perturbadas salen ganando si cuentan con un sistema de reglas para distribuir la autoridad y con otro sistema de reglas para usar en caso denegociaciones.

EL ORIGEN DEL PODER

El poder se puede definir como "la habilidad de una persona para cambiar la posible conducta de otra u otras". Esto implica que hay una relación activa entre el que manda y el que obedece. Por esto, los problemas del poder constituyen un elemento esencial en la interacción de los individuos y son inevitables en el matrimonio.

Cada organización social tiene una estructura de poder definida, aunque sus bases pueden ser distintas. Existe el poder legítimo, derivado de leyes o normas, como el contrato matrimonial, que estipula varios puntos interesantes; el poder experto, proveniente de un acuerdo común en que la persona más hábil mandará en determinada área; el poder referente o delegado por un grupo a determinada persona; el poder coercitivo, a través del cual en que manda castiga la falta de cooperación y el poder recompensa, que premia la cooperación.

Además, una persona puede ganar poder sobre un grupo controlando el flujo de información; o expresándose verbalmente con mucha seguridad. O, por último, demostrando menos interés en mantener una relación. Esto se denomina "principio de la pérdida mínima", y es bastante común en los matrimonios: el que cree que tiene menos que perdersi la relación se quiebra, adquiere dominio tácito sobre el otro que quiere a toda costa mantener esa relación.

ENTRETELONES DEL MANDO

Independientemente del origen del poder, los investigadores han llegado a varias conclusiones:

     

  1. el poder no es un atributo personal, como la inteligencia o la belleza. Si no hay otros a los cuales mandar, el poder no existe;
  2.  

     

  3. el poder será respetado sólo si el otro cree que sus metas serán mejor logradas a través de la persona que manda;
  4.  

     

  5. el poder es siempre relativo, ya que presupone la aceptación del que obedece;
  6.  

     

  7. el poder es siempre transitorio, porque las situaciones cambian: los padres tienen gran control sobre sus niños, pero lo van perdiendo a medida que los chicos crecen;
  8.  

     

  9. el poder es útil sólo en la medida en que su uso no es socialmente censurado. Por ejemplo, un marido puede ser físicamente tan fuerte como para sacar en brazos a su señora de una reunión que a él no le gusta. Pero el castigo social por esta acción sería muy alto.

De esto se deduce que:

     

     

  1. el poder es más grande mientras menos esfuerzo se requiera para ejercerlo;
  2.  

     

  3. todo uso del poder tiene un costo, especialmente si es un poder coercitivo, basado en el castigo. Por ejemplo, resulta un pobre modelo para el grupo, debilita la atracción por mantenerse en él y puede generar conductas agresivas. Esto es válido tanto para los grupos de trabajo como para las familias.

IGUALDAD CUESTIONADA

Muchos investigadores están de acuerdo en que el matrimonio igualitario es una meta deseable, pero todavía es un mito. Sobre todo suele entenderse como igualdad absoluta, lo cual aumenta las posibilidades de conflicto, incluso en aspectos nimios. En cambio, si se entiende como igualdad relativa, habrá menos problemas.

Es cierto que bajo algunas condiciones la mujer puede ganar poder individual, pero eso no equivale a un poder igualitario, y debemos considerar que las actitudes culturales favorecen todavía el dominio del hombre en muchos aspectos.

Curiosamente, aunque no exista equilibrio perfecto, se generan menos conflictos cuando el hombre manda más, que cuando la mujer manda más, porque ella experimenta esta situación como inapropiada.

El problema del poder es uno de los temas básicos en la terapia de pareja, y puede ser superado mediante un entrenamiento que tiene como objetivo lograr una relación de poder igualitaria. Se trata de que la pareja llegue a acuerdos claros sobre la toma de decisiones. Por ejemplo, el marido o la mujer pueden tener autoridad en algunas áreas; en otras las determinaciones se tomarán en conjunto; y existirán aspectos en los cuales cada uno decidirá por cuenta propia. Cuando esto se logra, la frecuencia e intensidad de los conflictos disminuyen en forma notable.